Arpías

Posted on 26 May, 2010

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Mis queridos compañeros entre las sombras más oscuras… el que diga eso en voz alta enserio que esta psicosiado, pero en fin. Hoy nos toca conocer a fondo un nuevo monstruo, de los muchos que plagan a la tierra con sus formas aberrantes, poderes tenebrosos y almas tan negras como el carbón… en esta ocasión hablaremos de las mujeres emplumadas traidas de las pesadillas que una vez atormentaron a los antiguos griegos: Las Arpías.

Las Arpías o Harpías eran hijas de Electra y Taumante y hermanas de Iris. Hesíodo las describía en su Teogonía como criaturas de «adorables cabellos».

Fineo, un rey de Tracia, tenía el don de la profecía. Zeus, furioso con él por haber revelado secretos de los dioses del Olimpo contra la voluntad de éstos, le castigó confinándole en una isla con un festín del que no podía comer nada, pues las Harpías siempre robaban la comida de sus manos justo antes de que pudiera tomarla. Este castigo se prolongó hasta la llegada de Jasón y los argonautas, que enviaron a los héroes alados, los Boréadas, Calais y Zetes, tras las Harpías. Éstos lograron espantarlas, pero no las mataron a petición de Iris, quien prometió que Fineo no volvería a ser molestado por ellas. Agradecido por su ayuda, Fineo contó a los Argonautas cómo superar las Simplégades para poder continuar su periplo. En tradiciones posteriores fueron transformadas en genios maléficos alados de afiladas garras, que es como se les conoce popularmente.

Las arpías o harpías, eran seres femeninos de la mitología griega. Literalmente el nombre Harpía puede traducirse como “las que arrebatan”. De naturaleza maléfica personificaban la fuerza de los elementos devorando ferozmente cuanto encontraban a su paso. Chillaban espantosamente transformandolo todo en excrementos. Algunos autores las consideraban demonios.

La versión básica de este mito, a medida que fue contada una y otra vez, añadió nuevos detalles: a saber, que las Harpías no robaban la comida sino que la ensuciaban con sus excrementos, haciéndola incomible. Pronto fueron vistas como difusoras de suciedad y enfermedad, adquiriendo también su más famosa apariencia monstruosa.

Con esta forma fueron agentes del castigo, que raptaban a la gente y la torturaban de camino al Tártaro – una especie de sub-infierno, donde estan atrpados los Tinanes –. Eran despiadadas, crueles y violentas y vivían en las islas Estrófades. Solían ser vistas como personificaciones de la naturaleza destructiva del viento.

Según Hesíodo, las Harpías eran originalmente dos: Aelo (‘viento tempestuoso’, a veces llamada Nicótoe) y Ocípete (‘vuelo rápido’). Posteriormente los romanos añadieron a Celeno (‘la oscura’), considerada la más malvada de todas. Homero nombra en la Ilíada una llamada Podarge (‘pies veloces’), madre, tras unirse con el viento Céfiro, de Janto y Balio, caballos de Aquiles. También se hace a las arpías madres de Flógeo y Hárpago, caballos de los Dioscuros (Cástor y Pólux).

Eneas encontró a las Harpías en las Estrófades cuando éstas robaron repetidamente el banquete que los troyanos estaban preparando. Celeno los maldijo, diciendo que los troyanos estarían tan hambrientos que se comerían sus mesas antes de que el día terminase. Los troyanos huyeron asustados.

En la Edad Media, la harpía, a menudo llamada «águila virgen», se convirtió en una popular carga en la heráldica, particularmente en Frisia Oriental, apareciendo entre otros en los escudos de armas de Reitburg, Liechtenstein y los Criksena.

Las Arpias, como muchos otros seres mitologicos de la antigua grecia han tenido una influencia muy marcada en las culturas de todo el mucho moderno. Uno de los ejemplos que me consta y sin duda uno de los más interesantes es el de la Divina Comedia, en el canto XIII del Infierno se narra como Dante, acompañado por el poeta Virgilio se topan con estos tetricos seres en el igualmente escalofriante Bosque de los Suicidas.

No había aún de allá llegado Neso,

cuando nos metimos en un bosque

no señalado por sendero alguno.

No verdes frondas, mas de color oscuro,

no rectas ramas, sino nudosas y enredadas,

no había frutas, sino espinas venenosas.

Ni en tan ásperos bosques moran, ni en tan espesos,

aquellas fieras salvajes que aborrecidos tienen

los cultivados campos entre Cecina y Corneto.

Aquí su nido hacen las tétricas Arpías,

que de las Estrofíades echaron los Troyanos,

con triste anuncio de futuros daños.

Alas tienen anchas, y cuello y rostro humanos,

pies con garras, y el gran vientre emplumado:

lanzan lamentos sobre los árboles extraños.

Y con ese pequeño, diminuto fragmento de una de las obras escritas más grandiosas de la historia los dejo… hasta que tengamos que develar la verdad tras los monstruos que se ocultan en el manto nocturno…

Posted in: Bitácora Arcana